Aldo Tamburrino, la humanidad a través de la Hidráulica

Una breve conversación con Aldo Tamburrino nos muestra su faceta de docente – innata, como él asegura -, su visión y compromiso con una educación y con un país que ha sufrido transformaciones. Pero también hablamos sobre su interés por la historia antigua, en especial la cumbre alcanzada por los sumerios, y la importancia que ha tenido la hidráulica en el desarrollo de la humanidad, como claro espejo de nuestro propio futuro.

 ¿Cómo llegó a ingeniería? ¿Tuvo algún mentor que lo inspirara en esta decisión?

No, no, yo cuando entré a la universidad quería estudiar Astronomía, y agradezco al plan común de la Escuela de Ingeniería de la U. de Chile, porque ahí  te da la oportunidad de conocer otras cosas: alcancé a hacer algunos cursos de Física. No tengo claro por qué, pero tomé unos cursos de Ingeniería Civil. El primer curso que tomé fue Mecánica de Fluidos, y me gustó: fue una especie de amor a primera vista. Y seguí, y terminé en ello. Pero no hay ninguna contradicción en esto, haber querido seguir en Astronomía cuando entré a la universidad y terminar acá en Hidráulica. Con el tiempo después me di cuenta de que lo que me gustaba era la investigación. Antes de entrar a la universidad pensaba que lo único en que podía investigar era el cielo y buscar en “lo desconocido”, pero ya en la U me di cuenta de que había otras cosas que me cautivaban y al final, creo que he hecho lo que me gusta, investigar. Y estar asociado a la docencia, pues me gusta enseñar.

Podría haber sido en cualquier cosa en realidad… lo que no hay que olvidar, es que en general uno no sabe que existe la Ingeniería Hidráulica antes de entrar a Ingeniería Civil, porque cuando estás en el colegio, lo que conoces de la Ingeniería Civil es la Ingeniería Estructural y la de Construcción. Si tú vas a la esquina y preguntas a una persona que pase qué es lo que hace un ingeniero Civil, lo más probable es que te conteste “construye, o calcula”. De hecho, todavía en muchos edificios aparece el nombre del “ingeniero calculista”, que es el estructural, y el ingeniero constructor. Yo no sabía que existían otras subespecialidades, como la Hidráulica, la Sanitaria. En esa época no existía Ambiental como algo separado (estamos hablando de mediados de los años ‘70). Uno tiene esa desviación, simplemente por ignorancia, entonces cuando en el Liceo me sugerían que siguiera Ingeniería Civil, no me entusiasmaba ni construir ni calcular edificios. Pero cuando tomé el curso de Mecánica de Fluidos y supe que existía la especialidad de Hidráulica, fue amor a primera vista, y le he sido fiel hasta hoy.

¿Cómo fue el proceso del master y el doctorado, cómo decidió seguir esa senda?

Yo ingresé como académico en una época muy difícil para la Universidad de Chile, … muy, muy difícil, sin recursos. Estar acá ya era todo un desafío: mantenerse en la universidad, en una época en que la estaban estrangulando, donde los sueldos eran malísimos era difícil. Era imposible estar en el escalafón académico más bajo (Instructor) y poder mantenerme sin trabajar en alguna oficina de ingeniería. Yo trabajaba por horas, en trabajos esporádicos con Luis Ayala, incluso antes de que él se estableciera de manera formal con su oficina consultora. Cuando comencé a trabajar en mi memoria,  le dije a mis viejos, que vivían en Copiapó, “me las voy a arreglar solo desde ahora, no me manden más plata”. Y ahí comencé a trabajar, ya fuera en la Consultora de Ayala y Cabrera o en proyectos de la U. de Chile, donde me contrataron en Noviembre de 1983. A comienzos de 1987 la Universidad de Minnesota me ofreció una beca para seguir el doctorado. Me exigieron hacer el Master primero, porque allá no tenían experiencia con chilenos en el Laboratorio de Hidráulica.

En esa época quedarse trabajando en la Universidad de Chile era todo un apostolado, era realmente un sacrificio y un amor a la Universidad, y más que eso, por lo que uno estaba luchando. En la actualidad, la gente que no lo vivió no se lo imagina. Se requería más pasión. Yo me casé en 1984, mi señora estudiaba Medicina, y en 1985 nació mi hija y aunque yo era un Ingeniero Civil, seguíamos viviendo como estudiantes.

Lo mismo sucedió cuando nos fuimos a Estados Unidos, los primeros meses no teníamos plata, no teníamos cama, dormíamos en un colchón en el suelo. Ahora nos acordamos y nos reímos. Esa época fue dura, pero fue bonita, no me arrepiento de nada.

Y el tema del doctorado, ¿cómo lo eligió?

El tema era uno en los que estaban trabajando el profesor John Gulliver y ensamblaba bien con lo que a mí me gustaba, que era la estructura del flujo turbulento en un canal, y en particular en la superficie libre. Las cosas se dieron bien, el profesor siempre me apoyó, tanto económica como académicamente, estoy muy agradecido de él y de la universidad de Minnesota… yo no estudié con una beca Conicyt o becas Chile, como es común ahora. De hecho, el año que yo me fui a sacar l doctorado, Conicyt no financió becas en Ingeniería, solamente en áreas relacionadas con economía y administración, entonces ni siquiera pude postular.

¿Y su estancia durante el doctorado? Vi que recibió algunos premios

Sí (risas) pero son premios de buen alumno, el Anderson es por el mejor estudiante del área y el Straub es por la tesis. Me fue bien, pero no era el más capo entre mis compañeros, tampoco le doy mucha relevancia. Fue interesante.

«Yo soy el resultado de la educación pública. Estudié en un colegio público, en una universidad que era pública, que yo pagaba de acuerdo al ingreso familiar. Estudié en un liceo fiscal de provincia, toda mi educación fue dada por el Estado, entonces al final yo sentía la obligación de retribuirle al Estado lo que él me había dado.»

¿Cómo fue la decisión luego de terminar y retornar a Chile? ¿Cómo se dieron las cosas?

Yo nunca me cuestioné volver, de hecho, yo tenía la posibilidad de quedarme allá, mi señora tenía muchas buenas ofertas en el área de la salud allá, podríamos habernos quedado, pero para mí nunca fue una alternativa quedarme porque siempre sentí que tenía una responsabilidad con el país y en específico con la Universidad. Para mí siempre fue claro que tenía que volver a la Universidad de Chile, volver a dar por mi país lo que me correspondía. Esto muchas veces lo conversábamos con mis compañeros que estaban sacando el doctorado, muchos latinos. Para qué hablar de los chinos, todos tenían excusas por las cuales no volver a su país de origen. Siempre sus países eran lo peor, y yo les decía, “claro, si los mejores sacan su doctorado afuera y no vuelven” … “no tienes autoridad para criticar tu país, si tú arrancaste”. Algunos se enojaban, pero yo nunca lo dudé. Siempre supe que tenía que volver al país a retribuir lo que me habían dado.  Pero ahora no sé si sería igual.

¿Por qué?

Porque yo soy el resultado de la educación pública. Estudié en un colegio público, en una universidad que era pública, que yo pagaba de acuerdo al ingreso familiar. Estudié en un liceo fiscal de provincia, toda mi educación fue dada por el Estado, entonces al final yo sentía la obligación de retribuirle al Estado lo que él me había dado. Por eso te digo, no sé cómo sería ahora, porque si hubiese estudiado hoy en el mismo liceo donde estudié, no habría podido ingresar a la Universidad de Chile. Tendría que haber estudiado en un colegio privado, pero mi padre no tenía recursos. Actualmente la segregación por origen es dramática. Pero en esa época era distinto y por eso nunca dudé en retribuir al Estado.

Aldo, ¿cómo es su relación con la docencia?

Para mí, es algo innato, siempre he sido bien evaluado como profesor, y siempre, desde que era profesor auxiliar cuando era estudiante, se me ha dado de forma natural enseñar. Me gusta tener las clases a primera hora en la mañana, porque con eso me vitalizo para el resto del día, y es verdad, con eso salgo súper prendido. A mí la docencia se me da sola, trato que los alumnos se entusiasmen por la clase y pregunten. Debo reconocer que es algo innato, quizás es de familia, porque mi padre era profesor. Hago un esfuerzo, pero no me significa mayor sacrificio preparar una clase, no lo sufro.

Es completamente distinto a las tareas de administración, por ejemplo, eso lo detesto. Fui Director, fue una obligación… las actividades de administración que he hecho fueron porque sentí que tenía la obligación de hacerlas. Son parte de mi responsabilidad y debo hacerlo, pero no lo disfruto, me molesta, me pone mal genio.

Primero fui Jefe de la División, una carga relativamente menor. Luego Jefe Docente de la Carrera de Ingeniería Civil, cargo en el que estuve cincos años. Para mí eran un suplicio los comienzos y finales de semestre. Después de eso, tuve que asumir como Director, etapa en la que realmente la sufrí. Complicado, afectó mi salud, gatilló mi hipertensión. Pero todo lo he hecho porque he asumido que es parte de mi responsabilidad con el Departamento de Ingeniería Civil y, en particular, con la División Recursos Hídricos y Medio Ambiente.

Hay otros colegas que disfrutan la Dirección y la administración docente,  trabajar con gente, resolver problemas, pero yo reconozco que no tengo esas habilidades.  Yo me hice cargo de la Dirección del Departamento justo cuando comenzamos a pagar el edificio de Ingeniería Civil. Este edificio lo pagamos nosotros. Mucha gente piensa “Universidad de Chile, universidad estatal”, que el estado nos da todo, pero en realidad nos aporta con menos del 10%. Entonces, al final funcionamos como una universidad privada. No somos tan distintos a eso. Todo lo que ves en esta Facultad, lo hemos generado con nuestros propios recursos. No sé si has ido a Beauchef 851, es un edificio magnífico, con piscina, todo nuevo y automatizado, el que hemos pagado nosotros. Le damos un montón al Estado, porque esto pasa a ser patrimonio del Estado. Durante mi Dirección tuve que empezar a pagar el préstamo con el que se construyó este edificio, y ahí, recortando plata por todos lados, sacando plata de proyectos, aportes…

En todos estos años siendo parte de la Universidad de Chile, ¿Cómo ha visto el cambio de la educación gratuita al sistema actual y qué piensa de ello?                              

Primero, en el país no hay gratuidad, no se ha implementado todavía la Ley. Yo, como muchos, pensamos que la universidad no debiera ser tan cara como lo es ahora: ¡si acá puede estudiar solamente una élite! Esta es una universidad pública a la que entran sólo los mejores. En eso estoy completamente de acuerdo. El problema es que para estar entre los mejores que entran a esta Facultad, es muy difícil provenir de una enseñanza que sea cien por ciento pública. Hay una selección previa, lo que está bien y es necesario, pero en la actualidad esa segregación es por origen. Tenemos alumnos de liceos emblemáticos, pero es muy difícil tener el puntaje requerido a un alumno que venga de un liceo público de cualquier lugar del país. El último alumno del liceo donde yo estudié que ingresó a esta Facultad lo hizo en la primera mitad de los años ´80. Para mí, esa es una buena medida de lo bajo que ha llegado la educación pública de este país.

Pero siempre ha sido así, ¿no? Siempre hay una prueba de selección

Sí, pero yo venía de un liceo fiscal de la provincia de Atacama, en esa época eran provincias, no existían todavía las regiones, y entramos varios a la Escuela de Ingeniería de la U de Chile, con una formación gratuita y de calidad. Había mucha gente de provincia. La Facultad tenía un palacete en la calle República, que era el internado de los hombres. Uno de los rectores militares lo cedió  al Ejército y luego pasó a ser un cuartel de la CNI. Eso significa que desapareció el lugar que acogía a los alumnos de provincia. Soy de una época en la que si venías a Santiago, vivías a una pensión o en la casa de un familiar. Ahora los alumnos arriendan un departamento entre varios,  y esto es una realidad distinta, lo que también te muestra un poco el estatus del que estudia acá. Aclaro que esto no significa que no recibamos gente de región y de situación económica muy precaria y existen programas especiales de apoyo. Yo apunto a un problema más básico, a cómo están las educaciones primarias y secundarias en cuanto a calidad y segregación, y mientras no se resuelva ese problema, la selección seguirá condicionada por el origen del alumno.

«Yo, como muchos, pensamos que la universidad no debiera ser tan cara como lo es ahora: ¡si acá puede estudiar solamente una élite! Esta es una universidad pública a la que entran sólo los mejores. En eso estoy completamente de acuerdo.»

Le pregunto entonces a Aldo por una nota periodística que salió hace unos años en “La Segunda” en donde se hacía referencia a algunos estudios históricos sobre alcantarillado y tecnologías hidráulicas de la antigüedad. “Hay que aclarar que esa nota periodística dice varias barbaridades, un profesor de historia inmediatamente diría “está malo”. Lo peor es que yo le mandé el material al periodista, el libro, pero parece que no leyó nada, quizás no sabía leer inglés”. Más allá de la anécdota, revela una gran pasión de Aldo por la Historia y comprender el desarrollo de la humanidad a través de la arista científica.

A mí siempre me ha gustado la historia, y en los últimos 15 años, especialmente la antigua Mesopotamia. Básicamente, me he dedicado más a esa parte, pero no soy un experto. Lo interesante de esto es que me ha tocado conocer gente que tiene motivaciones similares a las mías, muchos de ellos ingenieros, y uno empieza a entender más de nosotros mismos a través de la historia. Me interesé en Sumeria cuando me pegunté ¿quién fue el primero que escribió “agua”? Eso me llevó a quienes inventaron la escritura, y ahí me quedé pegado.

Se fueron dando las cosas, por un lado la hidráulica, el agua siempre ha estado súper presente en el desarrollo de la humanidad, sobre todo en Mesopotamia y en Sumeria en particular, cuya cultura puede trazarse desde aproximadamente 6000 aC hasta la tercera dinastía de Ur, alrededor de 1900 aC. La primera historia del diluvio es una historia sumeria, muy anterior a la bíblica. En la versión sumeria llueve durante  7 días y el Noé de este relato se llama Ziusudra, quien con las indicaciones que recibió del dios Enki, construyó un arca en el que se salvó, junto a su familia, sus sirvientes y animales. El agua estaba siempre presente en todos los aspectos de la vida en la antigua Mesopotamia, incluyendo religión, política, legislación, economía, relaciones internacionales, guerra, etc. En el Enuma Elish, o poema de la Creación, se indica que en el comienzo, antes que el cielo y la Tierra tuvieran nombre, ya existían las aguas. En el primer código legal escrito, del rey Ur-Nammu, alrededor de 2100 aC, se refiere a las penas asociadas a la inundación de campos de cultivo por causa humana. El diseño, construcción y mantención de canales usados tanto para regadío como medios por los cuales navegaban barcazas requería toda una estructura y planificación centralizada. En otros aspectos ingenieriles uno descubre cosas interesantes: por ejemplo, la fundación de los edificios tenía que llegar hasta donde apareciera agua. Conversando con un profesor de mecánica de suelos, me explicó que si los suelos son muy salinos, el nivel de menor resistencia se tiene en la región más húmeda, que es la que se encuentra más profunda. De este modo, la fundación de los grandes edificios, especialmente los templos, debían llegar hasta el Apsu, o agua primordial.

Los sumerios inventaron la escritura y ella permeó a todos los pueblos de la región. Los primeros registros escritos sumerios comienzan un poco antes del  3300 aC., y último registro es del 75 dC. El pueblo sumerio, no se sabe su origen, es un grupo aislado dentro de Mesopotamia, porque no se ha podido ligar con ningún otro ni lingüística ni étnicamente, y es raro, porque toda la región es semita. Después, como proto imperio, fue absorbido por los Acadios, con un corto renacimiento en la época de la tercera dinastía de Ur, después de lo cual desaparece de la escena como pueblo al ser absorbido por los pueblos semitas. Pero el idioma sumerio siguió siendo usado hasta después de Babilonia. Era más o menos el equivalente al latín que, por ejemplo, en el 1600 era la lengua de las ciencias y el de la Iglesia. Newton escribía sus obras en latín. Lo mismo pasó con el sumerio. Gracias a eso también fue posible entender y traducir el sumerio, porque hay muchos diccionarios bilingües de la época.

Se puede ver un uso transversal del agua, desde lo más básico,  como recurso para la subsistencia, medios de locomoción en los canales, incluso hasta arma de guerra, cuando bloqueaban canales para inundar campos y dificultar el movimiento de los ejércitos. También están los canales para regadíos, grandes obras. De hecho, la primera guerra registrada es por límites dados por cauces de agua (risas). Hay un montón de cosas ligadas al agua, entonces fue natural quedarme pegado ahí, aunque mi primera intención era solamente saber cómo se escribía agua, y se dice “A”.

Aldo toma un lápiz y comienza a dibujar signos cuneiformes para explicarme la evolución de la palabra agua, desde dos simples meandros paralelos, hasta la palabra final que perdura en las tablas de arcilla. Luego continúa:

Por ejemplo, la explotación del suelo lo fue degradando. Son los mismos problemas que hemos generado nosotros, una síntesis de la humanidad: el sobreuso, la salinización, los derechos de agua. Tú ves ahí, como que no hemos aprendido nada en cinco mil años. Lo otro interesante, y que a raíz de esto salió esa nota periodística, fue lo de los baños. Muchas de las ciudades tenían sistema de alcantarillado, más aun, hay ciudades que fueron planificadas y construidas con redes de alcantarillado, y eso es sorprendente. Piensa tú que en el siglo XIX, muchas ciudades ni siquiera soñaban con tener el estándar que tenían hace 5000 años en Mesopotamia. Más que asombrarse de que ellos tenían todas estas comodidades, la pregunta es ¿por qué se perdieron? ¿Por qué no se siguió difundiendo esta práctica de higiene? Hay que tener presente que en esa región coexistía siempre lo urbano con lo nómada, hasta el día de hoy, pero esto no siguió difundiéndose. Obviamente era una élite la que tenía estos baños, pero esto permeó a toda la sociedad.

De todas las obras de esta cultura, ¿cuál es la más impactante para usted?

Hay acueductos bien importantes, de varios kilómetros, embalses… es que lo abarcaron todo, pero lo que más llama la atención, son las obras sanitarias, aunque esta no es mi área. Porque claro, tú dices, necesito acumular agua, necesito ser capaz de controlar el agua sobre todo si dependo de ella para los cultivos en una zona que es árida. Bueno, parece lógico que se te ocurran este tipo de obras de control del recurso hídrico. Pero de ahí a pensar hacer pozos negros, cisternas para depositar aguas servidas…. Por ejemplo, los pozos negros se rellenaban con restos de cerámica para hacerlos más permeables, en la misma ciudad; pero también habían acueductos que se llevaban el agua servida para descargarla fuera de las paredes de la ciudad. Hay toda una ingeniería ahí que asombra. Compara eso con el Santiago de 300 años atrás.

 Santiago, 30 de Agosto del 2017

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