Una breve conversación con Yarko Niño, destacado profesor de la Universidad de Chile, nos revela su faceta científica que lo ha distinguido durante toda su trayectoria. Mas allá de su copioso aporte en hidráulica sobre temas de expermientación y modelación complejos que transitan en la frontera con la física y la matemática, Yarko representa sobretodo un artista, reverenciado por sus alumnos y colegas, por su capacidad innata de hacer dialogar la naturaleza y el lenguaje científico.
¿Cómo fue el camino hacia las matemáticas y la ingeniería en tu vida?
La verdad es que yo era naturalmente bueno para las matemáticas. No tanto así en los otros cursos, por ejemplo, biología y química me importaban nada, pero era buen alumno. Al llegar a definir que me gustaría hacer con mis estudios universitarios, estaba primero Ingeniería Civil, después Arquitectura y finalmente, Ingeniería en Sonido. ¿Por qué? Porque me gustaba la música y tocaba instrumentos, qué sé yo. Arquitectura era una opción porque dibujaba bien … pero finalmente me decidí por Ingeniería. Al entrar a Ingeniería, mi primera opción fue Ingeniería Eléctrica, porque un primo había hecho esa carrera aquí en la Chile, pero ya con los cursos fui cambiando el rumbo en el camino.
¿Durante este tiempo en Ingeniería, hubo algún profesor que te haya guiado o marcado hasta el nicho en que hoy te encuentras, por así decirlo, aquel que satisface tu ansia académica de investigación y docencia?
Ingeniería Civil no sé porque lo hice, pero me gustó mecánica de fluidos. Mi profesor fue Luis Ayala; también hice hidráulica de contornos cerrados con Alejandro López e hidráulica de canales con Pancho Jota … de ahí ya me fui por la hidráulica definitivamente. Hice la memoria sobre transporte hidráulico de sólidos con mi profesor guía, Luis Ayala, y también estaba Alejandro López ahí metido. Hice experimentos y aunque participé en un estudio en modelo hidráulico, pude terminar la memoria relativamente pronto. Porque en esa época las memorias eran largas, largas. El mismo Aldo Tamburrino hizo una memoria larguísima, y entremedio tenía que participar en estudios en modelos hidráulicos y otras cosas, tanto así que se demoró tres años en terminar la memoria.
Cuando me titulé Luis Ayala me preguntó si yo quería entrar a la Escuela. En esa época estaba la oficina de Basilio Espíldora, que también me “pololeó”. Al final tenía las dos ofertas, pero me dije “ya, la Escuela”. Ayala habló conmigo: si eliges la escuela, vas a tener que hacer un doctorado. Me titulé en 1986 de Ingeniería Civil y me fui a EE.UU. el año 1990.
Con respecto al regreso a Chile, ¿cómo fue reincorporarse al ambiente académico y como era el estado del arte de los temas que tu desarrollaste y profundizaste en el doctorado?
El ‘95 volví a Chile. Nunca tuve la más mínima intención de quedarme ¿Por qué? No sé (Risas) Tal vez por un grado de responsabilidad que tenia yo con la Escuela, con mis profesores. Me habían metido en la cabeza que tenía que volver. Recuerdo que tuve ofertas de post-doctorado, por ejemplo con el Profesor Adrian, que era un top en la línea de mecánica de fluidos experimental. Mi esposa hasta el día de hoy me dice “si nos hubiéramos quedado…” (Risas). No se puede saber.
Escribí un proyecto FONDECYT antes de volver a Chile: yo diría que me fue fácil todo el tema de ganar proyectos, porque yo ya estaba formado en la mejor universidad de EE.UU. – University of Illinois at Urbana-Champaign –, la mejor en ese momento, y con un profesor guía de lujo, como era el Profesor Marcelo García. Como los proyectos de investigación se fueron dando fácilmente, no fue difícil volver ni desarrollarme aquí.
¿Como se compara el aporte que ha tenido la tecnología, sobre los mismos temas científicos de transporte de sólidos, y en todo ámbito? ¿O a medida que la tecnología permite avanzar más allá, el tema se complejiza?
Sí, se hace más complejo, pero yo diría que todavía hoy el tema de mi tesis de doctorado podría ser estudiado, y con la tecnología se encontrarían nuevos elementos.
Por ejemplo, en el laboratorio de hidráulica Ven Te Chow, en Illinois, tenía una cámara de video que daba 1000 fps, en cinta, pero mucho más preciso que el VHS común. Era un armatoste gigante. Había otras cámaras de película que podían llegan a 5000 fps, pero grababan un segundo, o menos, y luego había que mandar a revelar la película … Al día de hoy, yo tengo una cámara de 2000 fps y no es mucha la diferencia. Hice mi tesis de doctorado hace veinticinco años ya, y no ha cambiado mucho la tecnología en ese sentido. Ha variado porque la cámara es portátil, graba en un disco duro, ese tipo de cosas que lo hacen todo más cómodo.
Donde sí ha cambiado considerablemente es en los métodos numéricos. Antes se podían hacer las mismas cosas, pero solo si tú eras el desarrollador del método, el dueño del modelo. Ahora ya están gratis los modelos numéricos (open source), e incluso los modelos son usados por gente que no tiene ni idea de cómo funcionan (Risas).
Tu aporte científico destaca por su variedad, tanto por sus facetas en terreno, como los aportes en modelación numérica y experimentos de laboratorio. ¿Como ves tú el trabajo en laboratorio, como una forma de comprobar la realidad de las matemáticas y cómo se complementa ésta con la teoría?
La experimentación es clave si yo quiero hacer un modelo numérico. Un modelo numérico no es nada si no se verifica, ahí va la experimentación. Por otro lado, la experimentación per se no tiene mucho sentido a menos que la pongas a funcionar en una teoría, en un modelo numérico. La interacción entre ellas se da simultánea. Y la teoría, por ejemplo, es la ecuación de Navier-Stokes más otras cosas. Todos los doctores en fluidodinámica somos educados en está ecuación, y la hemos estudiado, aplicado y resuelto bajo ciertas aproximaciones … y es una ecuación de la segunda mitad del siglo XIX. En general, ya tengo ahí todo lo que yo quiero saber. Es cuestión de preguntarle a la ecuación, y por eso, hasta el día de hoy le seguimos preguntando a la ecuación de Navier-Stokes, resolviéndola numéricamente bajo ciertas aproximaciones. Es una ecuación poderosa, tanto así que los computadores mas grandes (los High Performance Computers) hoy en día ni siquiera pueden resolver un problema práctico de dimensiones compatibles con la ingeniería hidráulica. Los ingenieros hidráulicos vamos a estar resolviendo aproximaciones a la ecuación de Navier-Stokes por mucho tiempo más.
En la representación matemática de la naturaleza, ¿cuál es tu percepción personal de la matemática, y cómo ésta se nos expresa cual un lenguaje natural y científico?
¡Claro que la representa, si la ecuación funciona! (Risas). Pero yo la matemática la veo, solamente en la medida en que me ayude a resolver problemas prácticos. Cuando hice el doctorado me sumergí en las matemáticas, pero siempre estaba asociada a la física. La física usa las matemáticas; la matemática (con letras mayúsculas), por otro lado, es algo que nosotros no vemos desde la ingeniería, es solamente una herramienta que nos ayuda. Es fome para un matemático, resolver lo que a nosotros los ingenieros es cuestión de vida o muerte.
¿Cuál es tu forma de abordar los problemas, como traduces la naturaleza al lenguaje físico para obtener una solución y validarla?
Suerte (Risas). Y lo otro, es la intuición. El arte tiene harto de intuición. Y yo aplico la intuición para resolver los problemas.
Yarko, ¿cómo se aplica este conocimiento de ingeniería que un poco está en la frontera del conocimiento, con lo mas “cotidiano” de la ingeniería civil, como se desarrolla este nexo entre las dos caras?
Voy a ponerlo en los siguientes términos: yo estudio lagos en términos de limnología física. Un lago que me interesa es el lago Villarrica. Es un lago que ha sufrido un proceso de eutrofización muy grande en los últimos diez años. Comencé a estudiarlo el 2006, con una memorista, Carolina Meruane; fue al lago, hizo mediciones. Después, con Carlos Rozas y Hugo Ulloa (este último fue mi alumno de doctorado en fluidodinámica) se hicieron mediciones de temperatura en el lago con boyas y termistores a distintas profundidades. Finalmente, Carlos aplicó un modelo numérico en el lago; en eso también participó Beto [el Profesor Alberto de la Fuente] con un modelo que él mismo hizo. Esto se aplica para predecir las condiciones ambientales del lago Villarrica y debo reconocer que el lago Villarrica tiene patrones claros y nosotros los hemos descubierto desde el 2006. Actualmente, en el Ministerio de Medio Ambiente me nombraron Asesor del Plan de Descontaminación del lago Villarrica. Ya ves, nosotros fuimos al lago, medimos y lo modelamos, y al final das la opinión en un tema ambiental, cerrando el ciclo.
En función a todo lo que has hecho, ¿Qué crees que es lo mas importante del legado que te traspasaron tus profesores, y que tú intentas que tus alumnos puedan comprender, durante el proceso académico?
Mis profesores me repitieron hasta el hartazgo que yo tenía que volver (Risas), y lo mismo con la pertenencia en la Escuela. Ellos pudieron sentar las bases para que la Facultad sea como hoy la conocemos. Ellos me inculcaron a hacer los proyectos bien. Y creo que lo hice bien, porque a lo largo de los años he tenido premios importantes, el premio de la SOCHID fue el primero.
A mis alumnos siempre les transmití lo bueno – y esencial – de buscar papers y citar las investigaciones. Porque aquí en Chile, al menos en ingeniería hidráulica no había una cultura de citas, si no que “yo voy a resolver un problema y yo trato de hacerlo a como de lugar”, cuando existen cientos de personas que han hecho el mismo esfuerzo en el mundo. Personalmente, creo que he tenido la suerte en generar doctores: Beto de la Fuente, Christian Ihle, Wernher Brevis, Hugo Ulloa, todos académicos …. En estos momentos, estoy en proceso de graduar dos alumnos más, entre ellos, mi primera doctora, Natalia Bustamante.
Santiago, 1 de Julio del 2019