Bonifacio Fernández: una vida en la academia

Una breve conversación con Bonifacio Fernández nos muestra su legado respaldado en más de 45 años de docencia en la Universidad Católica de Chile. Apasionado por la investigación, por los modelos físicos construidos – escalados según Froude – , por la cocina y por el trabajo, este profesor emérito ya es parte del inconsciente colectivo de la Facultad y de todos los alumnos que tuvieron, al menos, un curso con él.

 

Es temprano y Bonifacio Fernández ya está en su oficina. Docente recordado por todos los alumnos de la Facultad de Ingeniería UC, que tuvieron clases con el “mítico” profesor de Mecánica de Fluidos, y reconocido además con distinción por la Universidad gracias a sus más de 40 años de trayectoria. Fernández continúa llegando a su lugar de trabajo a las 8:00, aunque haya dejado de ejercer la docencia y hoy en día se centre en llevar a cabo la organización de distintos proyectos. En octubre pasado, fue Presidente del Comité Organizador del XXII Congreso Chileno de Ingeniería Hidráulica, y continúa trabajando en proyectos del Patio de Modelos Hidráulicos del DICTUC, labor que ha llevado a cabo por más de cuatro décadas.

¿De dónde nació el interés por la Ingeniería Hidráulica?

Mi padre era una persona que le gustaba mucho hacer cosas, tenía habilidades manuales, para la carpintería, para soldar, eso le gustaba. Desde chicos en la casa siempre hicimos las cosas nosotros mismos: las armábamos, si había que hacer algo de ampliación, de pintura… eso despertó en nosotros  – al final, de tres hermanos, somos dos ingenieros y un arquitecto-  la idea, el gusto por hacer cosas. Ese es mi principal interés por la ingeniería: hacer proyectos, realizaciones. La hidráulica siempre ha tenido su encanto, el agua tiene su encanto, desde niño me gustaba mucho la hidráulica

Bonifacio ríe al decir esta última frase, pues inevitablemente los primeros encuentros con la ingeniería y la pasión de hacer cosas se remiten hasta la infancia. Recuerda su niñez junto a su hermano gemelo Teodoro Fernández, quien recibió el pasado año el premio de Nacional de Arquitectura 2015. Nos cuenta cómo en el patio construían – y luego destruían – ciudades enteras, con barro, piedras y madera: materiales simples que sentaron precedentes a la creatividad y a la productividad académica que han tenido ambos hermanos. Quizá, tomando como base estos momentos, se puede especular el gran trabajo en equipo que efectuaban. Sin embargo, Bonifacio desmiente esta idea del dúo dinámico en el trabajo profesional.

De hecho, profesionalmente sólo hemos trabajado ahora hace poco juntos, y ha sido el paisajismo y los temas urbanos, los que nos ha reunido. Recientemente,  en el Parque Urbano Kaukari en Copiapó: que no es un parque inundable… es el rio Copiapó urbanizado y renaturalizado.

Con respecto al trabajo sobre los parques inundables, Bonifacio hace hincapié en esta diferencia: “Un parque inundable es un parque destinado a un área verde y se le pone agua cuando hay crecidas, pero que naturalmente no se inundaría (esto se usa para atenuar los caudales máximos durante una inundación); en cambio, hay lugares que naturalmente se inundan, pues son parte del cauce, pero como se inundan muy pocas veces, en el intertanto se les puede usar como parque…  idealmente como lugares naturales, mantener el entorno, las condiciones naturales”. “Renaturalizar los cauces, eso es el mejor parque”, concluye

Las paredes de la oficina están repletas de distintos objetos: diplomas de reconocimiento, obras de arte nacionales, motivos religiosos

¿De dónde surge el interés por los modelos físicos? ¿Cómo se integró a esta rama, o usted mismo fundó esa especialidad en el Departamento?

Yo entré a trabajar en 1971, luego de terminar mis estudios en esta misma Universidad, y fuí prácticamente contratado para el proyecto de crear este Laboratorio de Hidráulica en San Joaquín aún vigente.  La escuela se estaba trasladando desde Casa Central a San Joaquín, pero era allá en donde estaba el famoso laboratorio de Don Pancho J. Domínguez, desde 1920. Fue un laboratorio famoso en donde él hizo muchos estudios e investigaciones, grandes avances para la Hidráulica. El traslado de este laboratorio a San Joaquín también contempló el diseño de las experiencias, y los canales, el que fue inaugurado en 1974.

Una vez que hicimos el laboratorio, como Departamento disponíamos de las herramientas y entonces comenzamos a colaborar con Endesa y otras empresas que hacían obras hidráulicas, que necesitaban un diseño preliminar. Con Juan Mackenna, quien ese entonces era Jefe del Departamento, estuve a cargo del modelo de la central Machicura, para Endesa. Eso fue antes de hacer mi doctorado.  Nos fue bien en ese modelo y, vale decir, lo hicimos sin experiencia previa: se mostró que podíamos hacer modelos,  teníamos recursos y gente. Y es una súper buena herramienta docente, los alumnos aprenden viendo y se vinculan con la ingeniería real.

Relata que al regreso de su doctorado le propusieron que se hiciera cargo del modelo físico de las obras de desvío de la presa Melado de la central Pehuenche, y desde ahí no ha parado. “Tener un modelo físico era una buena oportunidad de mantener una cantidad de trabajo y ritmo constante”, señala. Bonifacio cursó sus estudios de postgrado luego de comenzar su docencia en 1972, especializándose en recursos hídricos. “En ésa época la universidad se preocupaba de que uno hiciera los cursos de magíster y doctorado: como éramos menos y la ingeniería era más amplia – bueno, siempre ha sido amplia – se debía abordar varios problemas, y acá en el departamento hacía clases de Mecánica de Fluidos, aunque mis intereses de investigación estaban más bien en los recursos hídricos, la hidrología estocástica y las sequías”.

Bonifacio recibe llamados constantemente durante la entrevista: lo consultan sobre problemas de aguas lluvias en zonas industriales. Dice que llegan a él porque otros profesionales lo conocen, es la experiencia del trabajo. Una breve mirada a su biblioteca revela un gran bagaje académico, en donde destaca el Manual de Drenaje Urbano (MOP, 2013) del cual es el principal autor, un hito, como él mismo lo señala, aunque lo ve como el cenit de una senda que partió con la Guía de Diseño de Obras de Drenaje Urbano del MINVU hace muchos años atrás.

El manual de Drenaje Urbano, del MOP, entre todos sus libros. Al lado, una edición de la Mecánica de Fluidos, el libro que ha sido texto guía de la facultad por décadas.

También destaca en su biblioteca el libro de Mecánica de Fluidos, con el cual ha pasado a la memoria colectiva de gran parte de los alumnos de ingeniería de la Facultad. “Llevábamos 20 años haciendo un curso, lo que acumuló apuntes que se transformaron en algo más serio: problemas y ejemplos destacados, como apuntes para los alumnos. En la década de 1990 la universidad tuvo la iniciativa de publicar libros docentes, y el libro fue seleccionado.

Hoy el libro cuenta con muchas ediciones mejoradas, y es reconocido como un libro científico y docente centrado en que los alumnos aprendan. “Hay una vasta literatura sobre la introducción a la Mecánica de Fluidos, pero en la práctica,  no había uno que se acomodara al curso de un semestre que dictábamos”, comenta.

¿Le apasiona la docencia?

Desde que ingresé y me quedé en la universidad, era fundamental hacer por lo menos un curso y si bien, no me parecía que eso podría gustarme, resultó que me gustó y me parecía un desafío. Siempre me gustó hacer clases, y de cursos masivos, por ejemplo, Fluidos, no sé por qué, es algo que se siente cuando uno hace la clase y de alguna forma no me iba mal haciendo esos cursos. Cursos que son complicados: un poco básicos pero no son la frontera de la ciencia entonces para vincularlo a la investigación están los cursos de postgrado, no estos, y cuando hay muchos alumnos se hacen difíciles de manejar y gestionar. A mí me gusta eso, y a esos cursos los profes le hacían el quite.

¿Extraña hacer clases, ahora que es Profesor Emérito?

Echo de menos un poco la docencia… pero no demasiado.

Abajo, entre todos sus libros, una imagen del primer coloquio, celebrado en 1971

Una imagen llama la atención en la biblioteca de Bonifacio, es una de los participantes del Primer Coloquio de Hidráulica, celebrado en 1971. Nos comenta: “Yo no estoy ahí. Se considera como el Primer Congreso Chileno de Hidráulica: yo creo que para este juntaron una masa crítica de profesionales que logró ser relevante, hicieron un gran aporte a la hidráulica nacional. Yo era apenas un estudiante terminando la carrera de ingeniería civil, pero participó la gente del departamento de esta facultad. Pero eso me motivó y luego terminé siendo parte y presidente de la SOCHID, llegue a ella ese mismo año que egresé”

Para finalizar, ¿Qué hace en sus tiempos libres… se imagina haciendo otra cosa?

¿Tiempo libre? En la casa. Me encanta cocinar, algo que me entretiene; además del bricolaje y el maestreo, si hay algo que arreglar en la casa lo hago yo. Soy muy de comida tradicional de la casa, y hemos mantenido la tradición de almuerzos familiares los días sábados, en donde yo cocino. Con respecto a si me imagino en otra cosa… No, pero haciendo algo, en construcción, en planificar, eso es lo que me gusta.

 

 

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